“Si no cuidamos de los cuidadores, no tendremos un enfermo, sino dos”

– Pedro Simón

 A lo largo de mi vida he estado en el lugar de “cuidadora”, eso ha traído un sinfín de aspectos positivos en mi experiencia personal. Sin embargo, cuando nos acostumbramos a cuidar de alguien más, se nos puede olvidar, cuidar de nosotros mismos, nos acostumbramos a escuchar, pero no a comunicar nuestros deseos, intereses o necesidades. El cuidador es una pieza muy importante en la recuperación y proceso de quien necesita ser cuidado, pero sin un equilibrio puede olvidarse de sus necesidades y proyecto de vida.

La depresión y ansiedad son dos de los trastornos más comunes actualmente, ambos hacen parte de los trastornos del ánimo y pueden llegar a dificultar la realización de actividades de la vida diaria como levantarse de la cama, socializar, trabajar o estudiar. El cuidador es el soporte y apoyo de una persona con trastornos del estado de ánimo; puede ser un familiar, amigo/a o pareja sentimental; escucha, sostiene y acompaña el proceso personal de aquellas personas que están librando una batalla interna, pero como el dicho coloquial “nadie nace aprendido” y el no saber cómo ser un soporte emocional puede generar repercusiones en la salud de estas personas que constituyen una red de apoyo.

En algún momento de mi vida, empecé a notar que mientras estaba al pendiente de alguien más, dejé de preocuparme por mi bienestar, algunas señales de las que no me percaté hasta que la situación rebosó mi capacidad; fue el postergar tiempos de calidad con mis seres queridos, empecé a experimentar mucho cansancio e irregularidad en la alimentación y el sueño, descuidé mi salud física y psicológica, y con esto mis estados de ánimo cambiaron, ¿También te ha pasado?, pues resulta que estos son algunos de los síntomas más comunes en un cuidador quemado, es decir, un cuidador con un profundo desgaste físico y emocional.

Como podemos ver, el cuidado de una persona con un trastorno del ánimo como depresión y ansiedad, requiere tanto esfuerzo como si fuese una condición física; por ello aquí te brindamos algunas recomendaciones que puedes tener en cuenta para cuidar desde el afecto sin llegar al desgaste físico, psicológico y emocional:

  • Busca espacios para hacer lo que te gusta y compartir con tus seres queridos, no olvides dedicarle tiempo a tus intereses personales y actividades que te generen bienestar

  • Cuida de tu salud física manteniendo una buena alimentación, sueño y ejercicio físico

  • Establece límites que te permitan no cargarte emocionalmente con las dificultades de la persona a la que acompañas

  • Busca ayuda profesional, en caso de ser necesario, todos necesitamos de una red de apoyo; cuando sientas que necesitas ayuda profesional no dudes en acudir a terapia, puede ser un espacio tan provechoso para ti como lo es para la persona que acompañas.

Recuerda que debes estar para ti, antes de poder estar para alguien más.

– Yuly Andrea Osorio Gómez

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